La insignificancia de los humanos

Ayer la naturaleza volvió a hacer gala de su podería y dejó, una vez más, a los humanos ridiculizados y a su merced. Japón sufrió los efectos de una devastador terremoto que fue la antesala de un tsunami sin precedentes en esta gran potencia asiática. Nosotros los humanos, no sólo los japoneses, nos hacemos creer que podemos dominar todo lo que se nos antoje, que tenemos la capacidad de manejar cualquier situación adversa y que con nuestras gigantes insfraestructuras podremos domesticar al medio ambiente y la naturaleza. Pero no es así. En el día de ayer vimos imágenes desoladoras, coches que parecían arrastrados por el mar como si de hojas se tratasen, casas que vagaban a la deriva por ríos que antes eran calles... No obstante, sí que es cierto que la raza humana es capaz de minimizar los impactos de las catástrofes naturales, de hecho, la gran preparación de Japón frente a estas catástrofes hizo que la cifra de muertos fuese mucho menor de lo que podía haber sido en cualquier otra región del planeta.

Al margen de todo lo anterior, este breve blog lo escribo para recapacitar sobre la pequeñez de los humanos y el respeto hacia la naturaleza. Es cierto que el tsunami de Japón no fue provocado directamente por el hombre, pero nuestro comportamiento en las últimas décadas ha hecho aumentar el número de catástrofes medioambientales en la Tierra, además, si bien el maremoto no es culpa directa del hombre, si que lo es el desastre que una fuga radioactiva en Fukushima pueda suponer. Y es que ya se sabe, la naturaleza puede ser peligrosa, pero combinada con el hombre su efecto devastador se multiplica por diez. Por ello, debemos ser más cuidadosos y respetuosos con nuestro entorno y medio, porque nunca se sabe qué día nos devolverá nuestras faltas de consideración en forma de desastre natural, y todos sabemos que ante una rebelión de la naturaleza sólo podemos mirar, callar y pagar nuestros actos irresponsables.


J

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